Siete clases sociales fotografían UK

Un hombre de clase rica, en el lujoso barrio londinense de Knightsbridge. Foto: Cristina Cerdeira

Un hombre de clase rica, en el lujoso barrio londinense de Knightsbridge. Foto:Cristina Cerdeira

Cristina Cerdeira

Estamos en Knightsbridge. Desde Sloane Square, subiendo y subiendo, llegamos a este lujoso barrio de Londres, donde nos podríamos tropezar con el mismísimo Luis Bárcenas saliendo de alguna de las mansiones de este distrito   -su ‘bolsillo’ parece que no le pondría ningún impedimento para residir aquí-, aunque hasta el momento solo hemos visto a los British más ‘selectos’, a jeques árabes, a las esposas de estos, sus costosos porches y a los porteros vestidos con uniformes más caros que la ropa que lleva mucha de la gente que pasea y curiosea por esta despampanante zona donde, por cierto, y no es de extrañar, se encuentra la mansión más cara de Londres. Estamos coqueteando con la Marilyn Monroe de la ciudad. 

De Knightsbridge a Victoria, Saint James’s Park, Westminster, cruzamos el río, Waterloo, Lambeth, Elephant & Castle y Peckham. Un ejemplo de paseo bastante agradable y majo (andar es sano, señores) en el que, fácilmente, nos hemos topado con personas de veinte nacionalidades pertenecientes a tres clases sociales diferentes. En realidad, seguro que nos hemos tropezado con las siete clases sociales que hay en Reino Unido. Siete, no tres.

El conocido modelo que distribuye la población en clase trabajadora, clase media y clase rica se ha quedado anticuado, según un estudio de la cadena pública británica BBC. La mayor encuesta realizada sobre clases sociales, en la que han participado más de 161.000 personas, revela que esta clasificación solo representa al 39% de los británicos. El nuevo modelo resultante de la encuesta define siete clases sociales, que van desde la élite hasta un tipo de proletariado pobre, precario. La punta y la base de la pirámide. El Knightsbridge y el Peckham. La crème de la crème y el centeno y el trigo.

Tradicionalmente la división por ‘clases’ -que suena tan clasista que no ayuda nada a que desaparezca la división entre los que llevan bolsos de Louis Vuitton y el resto- la ha marcado la profesión, la riqueza y la educación de las personas. Los investigadores sostienen que este baremo es demasiado simplista, y que hay que tener en cuenta la gama de grises. Las dimensiones que se han valorado para esta novedosa clasificación han sido la económica, la social y, sí, también la cultural, el capital cultural que uno posee, la naturaleza y actividades culturales de las personas.

El resultado es esta división: los ricos, que lo son por su gran nivel de riqueza y por su también elevado nivel en los otros dos aspectos valorados; la clase media, el grupo más amplio y gregario, que llega bien a fin de mes por su nivel económico y que goza también de un buen capital cultural; una clase media técnica, un pequeña clase que es próspera pero que no tiene un gran nivel social y cultural; los trabajadores acomodados, jóvenes activos social y culturalmente con un nivel medio de capital económico; la clase obrera tradicional, donde se encuentra, mayoritariamente, gente que ronda los 66 años y que posee buenas casas; en el sexto escalafón aparece uno de los grupos que más llama la atención: los jóvenes urbanos que tienen un alto nivel cultural y social pero con poco poder adquisitivo. Son los trabajadores de servicios emergentes; y, por último, se encuentra la gente en situación precaria, los más pobres y desfavorecidos, el 15% de la población.

Así se estructura la sociedad británica contemporánea. Una fotografía que refleja más aristas, más clases y en la que los extremos siguen siendo sangrantes. Los investigadores destacan, con este nuevo reparto, que un 25% de la población se puede encuadrar en la mencionada ‘clase media’, el más grande de todos los grupos, y que la clase obrera solo representa ahora un 14% de la ciudadanía. Los trabajadores acomodados y los trabajadores de servicios emergentes parecen ser los hijos de la «clase obrera tradicional» que, según ellos, ha sido fragmentada por la desindustrialización, el desempleo masivo, la inmigración y la reestructuración del espacio urbano.

Pues si a David Cameron le resulta difícil gobernar para tres, imagínense para siete, sobre todo porque le acusan de gobernar para los ricos, para esas 267.000 personas que cobran más de 178.000 euros anuales. De lo que no hay duda es de que la fotografía de la sociedad británica es más rica hoy.

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