Andy Murray fever

Andy Murray, ganador el US Open 2012. Foto: AFP

Andy Murray, ganador el US Open 2012. Foto: AFP

Cristina Cerdeira

En Reino Unido andan -andamos- todos con fiebre, aunque ataca con mayor ferocidad a los nacionales. El origen de la enfermedad está en el aire. Desde julio, los niveles de alegría, bienestar, orgullo e incluso prepotencia se han triplicado. “Proud to be British”, repiten sin parar.

Los británicos recordarán 2012 como el año del éxtasis deportivo: En París, Bradley Wiggins vistió con el maillot amarillo la bandera británica por primera vez en la historia, el Team GB quedó tercero en el medallero de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, primera final de Wimbledon en 74 años y primer Grand Slam desde 1936.

Estos dos últimos méritos deportivos llevan la firma de un escocés de 25 años, Andy Murray, que ha pasado de ser prácticamente ninguneado por el público británico a conseguir su admiración al meterse en la final de Wimbledon, y a pesar de su derrota; a ganar su respeto al lograr la medalla olímpica y, finalmente, su veneración, rompiendo otro maleficio que le pesaba tanto a él como al tenis británico.

Con Nueva York como escenario y el serbio Novak Djokovic enfrente, a la quinta fue la vencida. Tras cuatro finales perdidas, más de cuatro horas de partido y cinco sets (7-6, 7-5, 2-6, 3-6 y 6-2), Murray se alzó con el primer Grand Slam de su carrera, el US Open, que es además el primero que gana un británico en 76 años.

Esta gesta lo coloca también en el tercer puesto del ranking ATP, desbancando al español Rafa Nadal. Algunos, quizás llevados por la euforia del momento, aseguran que estamos ante el heredero del gran Fred Perry, que logró ocho títulos de Grand Slam. Tiempo al tiempo.

Eso sí, hoy Murray ha hecho que los británicos tengan otro pico de fiebre.

Deja un comentario